Ver en la oscuridad Capítulo 3

 


Segundos después mi compañero y yo nos desmallamos, cuando recuperamos la conciencia estábamos tumbados en el suelo con las heridas vendadas, aunque mi hombro seguía con la hoja clavada al llevar mi mano a la herida una voz dijo desde una esquina de la habitación donde no daba la luz.

- No mi señor, la hoja esta maldita con magia oscura de Turfla y no puede sacarse de forma normal y mi magia no es suficiente para sacarla y curar la herida. Si queréis curaros debemos ir al monte de Vístala cruzando primero el bosque del Este.

Salomón pregunto:

- ¿Qué o quién demonios eres? muéstrate o acabare contigo. De repente en medio del cuarto apareció una criatura con aspecto de niño, de piel oscura, y ojos como los de un gato. ¿un Asta? ¿Se suponía que eran una leyenda y aquí en el reino?

La criatura respondió:

-Tranquilos mis señores, soy un Asta mi nombre es Val y vivo aquí desde que mi raza fue llevada al borde de la extinción por el triunvirato de las brujas del Sur, hace mucho tiempo milenios diría yo, cuando la magia solo se usaba con fines buenos entonces aparecieron las brujas con sus artes oscuras y descubrieron que la sangre de Asta y otros seres mágicos podían crear pociones para usar en su propio beneficio y aumentar su poder. De ahí que los seres mágicos como yo estemos casi extintos, yo fui capturado junto al resto y obligados a trabajas en las fábricas de estas brujas y crear la famosa poción Smog que dotaba de poderes casi divinos a quien la bebiese, tuve que ver morir a muchos  seres mágicos y ayudar a matarlos y convertirlos en estos brebajes sin saberlo, un día cuando la gran partida de magos blancos de Zurzanat se enfrentó al triunvirato, entraron a la fábrica no solo a destruirla si no acabar con todo ser mágico que quedase con vida el gran mago blanco Arton por alguna extraña razón se apiado de mí y me dejo escapar. Desde entonces vago por el mundo, ocultándome y viviendo en paz ya que soy un ser inmortal y no me veo afectado por el tiempo o las enfermedades. Hace años llegue aquí y me oculte en esta casa abandonada hice creer que estaba embrujada y nadie me molesto ni supo de mi hasta hoy. Pero yo os conozco a ambos al señor Salomón gran guerrero más conocido como el Carnicero de Osgar por aniquilar el solo a un regimiento de 100 hombres sin recibir rasguño alguno...

Salomón sonrió mientras decía:

-En realidad fueron dos partidas de 30 hombres cada uno y era un joven fornido que no tenía miedo a nada, pues no conocía otra cosa que no fuese la batalla, ahora soy un viejo que lo ha perdido todo...

El pequeño Asta sintió pena de Salomón y acto seguido fijo su vista en mí y dijo:

-También se quién es usted señor Jaro un joven enclenque y huérfano que tuvo que abrirse paso a través de las sombras, que se convirtió en un asesino despiadado y jefe de ladrones para luego cambiar su sino y volverse rey de un pueblo caótico al cual mediante un fuerte mandato trajo orden y felicidad, nunca hubo un rey como usted antes por estas tierras. Lo que no he llegado a adivinar todavía es el por qué están aquí y en su hombro se encuentra una hoja llena de magia oscura, debemos partir prestos ya he preparado el equipaje y dirigirnos al monte Vístala, allí podremos sacarla la hoja curarlo y quizás encontremos más respuestas, la otra opción es quedarnos y esperar la muerte pues toda la ciudad está buscando al señor Salomón por volverse loco y asesinar a su propia esposa y descuartizarla.

- ¡¿Que!? Espeto mi amigo

-Eso no es cierto, malditos villanos acabare con todos ellos y con el mal nacido que engendro toda esta situación, vamos Jaro debemos partir ya coge a ese niño feo y vayamos a la montaña. Quiero saber qué demonios está pasando y volcar toda mi ira y odio sobre el responsable de esto, aunque me deje la vida en ello.

Mientras Salomón refunfuñaba y Val trataba de tranquilizarlo, un dolor punzante atravesó mi hombro y noté como la hoja cambiaba un poco de dirección, como si no bastase con que no se cerrara la herida y ahora mi sangre oliese a podrido y fuese de color negro, sino que además presentí que buscaba mi corazón. Otra punzada más me hizo gritar como si me estuviesen partiendo en dos desde dentro, mis compañeros fueron a socorrerme rápido para tranquilizarme y hacerme callar para no alertar a nadie sobre nuestra situación. En ese momento nuestro nuevo pequeño amigo hizo uso de sus facultades mágicas y chasqueando sus dedos mientras pronunciaba algo en un lenguaje que desconocía, note como la daga incrustada en mi hombro paraba su movimiento. La sangre negra salto como si de un chorro de una fuente se tratase, mi estomago no pudo contener el bocado del estofado que había proba y entonces…

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