Historia de Zahara: El secreto oculto entre un hombre lobo y una sirena en el sur de España

Ilustración de un lobo y una sirena bajo la luz de la luna en Zahara de los Atunes


Hace mucho tiempo en el Sur de España en uno de esos lugares bañados por el sol se oculta una historia de cuando moros y cristianos campaban a sus anchas por estas tierras.

Había un pueblo donde vivía un hombre un poco solitario, era conocido en toda la aldea por ser tímido, callado y de gran corazón. Juan que así se llamaba iba todos los días con sus compañeros a trabajar en la almadraba hasta que una mañana vieron como los restos de un barco llegaban a sus orillas.

Todos se prestaron rápido ha buscar heridos y tratar de ayudarlos sacando los del agua, cargándolos a la orilla, había hombres, mujeres y también niños. Cuando pensaban que habían terminado Juan se percato que muy a lo lejos había un cuerpo más en el agua apoyada en una tabla.

Sin pensarlo dos veces se tiró al agua para llegar nadando en su ayuda. Al llegar vio que era una mujer que estaba de color azul y muy fría, el solo la cogió para llevarla a la orilla.

La mujer al salir del agua y estar tumbada en la orilla empezó a recuperar poco a poco el color. Juan observo que donde deberían estar sus pies había una cola de pescado, rápido se froto los ojos y pensó que debía estar muy cansado por el esfuerzo, ya que después de eso todo estaba normal, después de ese día el hombre y la mujer se hicieron amigos.

Cada día ambos pasaban mucho rato juntos Juan le enseñaba las tierras y almadraba pues gracias a ella estaba allí el pueblo, aunque no daba mucho, pero lo suficiente para que viviesen tranquilos y felices, ha Sahara que así se llamaba ella le gustaba muchos las enseñanzas que le daba Juan, las historias que este le contaba, sin embargo, Juan ocultaba un secreto.

Pues este nunca se dejaba ver de noche y menos en luna llena, en sus viajes para enseñarle Tarifa, o Vejer de la frontera siempre procuraba hacer esos viajes de día y el nunca pagaba alojamiento suyo alguno ya que una maldición era lo que el ocultaba. Por su parte Sahara también tenía su secreto y es gracias a eso que ambos encontrarían lo que llevaban tanto tiempo buscando, pero no adelantemos acontecimientos.

La gente que vino con el naufragio se sintió bien viviendo en la aldea y poco a poco iban aprendiendo el idioma y las costumbres, Sahara era la alumna mas adelantada ha pesar de ser de origen musulmán, entendía bien el castellano pues ya había estado antes por aquí como ella decía era una mujer de mundo o mas bien de mar decía entre risas.

Los nuevos ciudadanos también tenían cosas que enseñar, palabras nuevas, ayuda con los sistemas de regadíos, Sahara enseño cosas de pesca pues por muy curioso que pareciese el mar y las estrellas se le daba realmente bien. Interpretar las constelaciones, los vientos y el manejo del astro labio.

Lo único que la apenaba es que Juan no estuviese en las noches de berenjenales, aunque este prestaba atención en la mañana cuando aprendían a contar y sumar.

Una mañana Sahara se armo de valor e invito a Juan a un paseo y un te cerca de la playa, en un principio este dijo que no pues debía de estar en su casa antes del anochecer, pero Sahara era muy zalamera y lo termino convenciendo para por lo menos dar un paseo. Este acepto y mientras iban juntos caminando Sahara le pregunto que de donde era pues se notaba que no era propio de estas tierras.

Él le conto que venia del norte de España y después de tantos viajes decidió quedarse allí pues le parecía un sitio mágico. Al sur de la provincia de Cádiz se encuentra esta aldea en un llano junto al mar rodeado por una serie de colinas que pertenecen a dos sierras una del Retín y la otra la sierra de la plata, de clima mediterráneo con inviernos suaves y veranos templados, a Juan se le iluminaba la cara de gozo y felicidad hablando de estas tierras y poco a poco se le iba olvidando la hora y el atardecer.

Sahara por su parte se veía muy feliz, cuando Juan le pregunto por su origen le dijo que ella no era originalmente musulmana, pero había pasado tanto tiempo entre ellos que se había acostumbrado, una cosa que le gustaba mucho era cantar y le pregunto a Juan si le gustaría escucharla, este dijo que si sin rodeos y sin percatarse de que a el sol le quedaba muy poco tiempo para ponerse.

Sahara le dijo que por favor no se riera para después mantenerse en silencio por unos segundo, cogiendo aire comenzó a cantar una delicada voz emanaba de su boca, para Juan era un sonido un poco hechizante como ver un amanecer en una playa, su voz era tan bonita que le incitaba a cerrar los ojos he imaginarse que surcaba los cielos, como podía transportarlo a otra dimensión donde no tenía preocupación alguna, no tenia que esconderse de la oscuridad, no había ni día ni noche, no tendría que esconderse del sol o de la luna…

Juan abrió los ojos y pudo ver la luna, una gran luna que se reflejaba en el mar, grande redonda, mas blanca de lo normal… entonces Juan sintió que la maldijo se apoderaba de él, su cuerpo no le respondía, la transformación daba comienzo. Primero sus pies se deformaban dentro de la bota tornaban sus dedos en garras mas pequeños pero fuertes y agiles, eso le hizo perder el equilibrio y caer al suelo apoyando sus manos las cuales se volvían mas fuertes y peludas con unos dedos largos y oscuros terminando en unas grandes uñas negras. El siguiente paso fue con sus piernas, están se volvían mas fuertes y musculosas para finalmente recubrirse de pelo, el dolo era insoportable, juan notaba como sus músculos se rompían para volver a recomponerse, su pecho y el resto de su cuerpo siguió la misma transformación sus ojos estaban blancos sin perder de vista la luna y al final todo culmino cuando su cabeza termino de transformarse una mandíbula mas grande y alargada con unos grandes colmillos a juego tanto que parecía el hocico de un lobo, sus orejas se desplazaron y alargaron y un tupido manto de pelo termino la transformación de hombre a bestia. Una bestia que sin que nadie lo supiese era consciente y sentía vergüenza por su maldición.

Sahara sabía lo que estaba pasando, no sentía nada de miedo, es más sin quererlo su cara esbozo una pequeña sonrisa la cual desdibujo al darse cuenta. Cuando Juan termino de gritar y de retorcerse en el suelo Sahara pudo ver con la luz tenue de la luna como en su lugar no había un hombre si no una bestia, aunque estaba en el suelo de un salto se fue a esconder detrás de un árbol que había cerca y con voz de ultratumba le dijo que por favor no se fuese. No tenía intención de hacerle nada malo, pero este era el motivo por el cual no lo venían después del atardecer

Sahara le dijo que no le daba miedo pues al igual que él ella también tenia su parte de bestia, que si podía salir y acompañarla al mar él entendería el porqué de sus palabras. Juan le dijo que no debían pasar cerca de la aldea pues el resto no sabían nada de su condición que ella fuese a la playa y el la seguiría de lejos y así hicieron, en el camino ella podía escuchar los pasos de la bestia que iba vigilándola al pasar por la aldea vio que las luces de las casas estaban encendidas, pero no había nadie fuera que pudiese verlos, continuaron el camino a la playa, al llegar Sahara le dijo que si quería saber quién era debería acercarse a la orilla. Esta se retiro la ropa y se introdujo en el mar, a medida que nadaba una tenue luz la iba envolviendo, su forma de nadar cambiaba pues ahora sus piernas se recubrían de escamas desde la cintura a los tobillos, sus pies también estaban recubiertos de escamas pero los dedos se habían alargado y entre estos tenían membranas como las aletas de los peces, su pecho se había comprimido y tanto este como sus brazos estaban cubierto de una especie de polvo que brillaba a la luz de la luna, sus ojos desplegaban un parpado transparente y justo encima de su nariz había orificios de agallas como un pez, las orejas también sufrieron un cambio terminando en punta y toda ella se volvió de un color blanco azulado.

Por un momento ambas criaturas se quedaron mirándose la una a la otra sin decir palabra alguna, ambas pensaban lo mismo, ¿Cómo un hombre lobo y una sirena podían vivir juntos? Si uno pertenecía a la tierra y el otro al mar.

Sahara desde el agua sonreía a Juan y este parecía hacer lo mismo, se podría decir que en ese momento el mar y la tierra estaban demostrando como seres de distintos hábitats podían enamorarse, ahora juan recordó aquel día en el que la encontró como tenía la tez de su piel azul y el por que donde debía a ver unos pies ahora había una cola.

Desde aquel día Sahara se fue a vivir con Juan, ambos se llevaban muy bien a pesar de sus diferencias parece que al final después de tanto tiempo solo habían encontrado lo que ambos tanto ansiaban un compañero para toda la eternidad, seguían manteniendo sus secretos ocultos al resto, pero cuando estaban solos podían ser ellos mismo el un hombre lobo y ella una sirena.

Durante mucho tiempo vivieron felices entre nosotros, pero sin faltar a su propia naturaleza hasta que un día la gente del pueblo descubrió su razón de ser y contra todo pronostico en vez de rechazarlos decidieron que debían vivir con ellos como si fuesen uno más.

Así Sahara decidió dar un regalo a la aldea y es que la ultima luna llena de cada mes, ella se iba al mar para traer a los dos o tres días un banco de atunes que podían coger en la almadraba y durante esos días se escuchaba un aullido de lobo que no se dirigía a la luna si no al mar…

Con los años poco mas se supo de Sahara y Juan, quizás cada uno volvió a donde le correspondía, pero lo que si es cierto es que hoy en día hay un pueblo al sur de España que todavía perdura con su almadraba que recibe el nombre de Zahara de los atunes y en las noches de luna llena se puede oír y dicen que se puede ver a un lobo que le aúlla al mar y a los pocos días llegan los días buenos de la almadraba de Zahara.

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